Predecir el impacto de un asteroide en la Tierra
Seguro que más de uno recordará la película Armageddon y cómo Bruce Willis y su equipo salvan a la Tierra del impacto de un asteroide gigante.
Todo esto, aunque ficción, se basa en una realidad aplastante: estamos expuestos a numerosos impactos de cuerpos celestes; la mayoría de ellos se desintegrarán al entrar en la atmósfera pero otros más grandes tendrán que ser desviados si no queremos un desastre.
Programas para identificar asteroides en órbita de colisión con la Tierra
La NASA inició en 1998 el programa Near-Earth Object - NEO para catalogar y vigilar aquellos asteroides con un tamaño superior a los 140 metros y cuya órbita pudiera entrar en colisión con nuestro planeta. A día de hoy han identificado más de 11.000 cuerpos celestes con estas características.
El principal programa de la NASA para evitar la colisión es Double Asteroid Redirection Test - DART el cuál está basado en pequeños impactos sobre los asteroides para alterar sus órbitas. En el 2022 se realizará la primera prueba de colisión sobre Didymos A, asteroide de 780 metros de diámetro.
Realidad de nuestra tecnología y capacidad de reacción
Identificar y desviar un objeto amenazante no es tarea fácil y prueba de ello es el meteorito de 20 metros que impactó en Rusia en 2013 causando más de 1.500 heridos y que la ESA rápidamente desvinculó con el asteroide 2012 DA14 de 44 metros de diámetro que estaban vigilando por su proximidad a nuestro planeta.
Otro ejemplo lo tenemos con el laboratorio espacial chino Tiangong-1 que cayó a la Tierra -sin control- durante marzo de 2018.
Lo más preocupante hasta la fecha ha ocurrido el 14 de abril de 2018 cuando el asteroide 2018 GE3 -de entre 50 y 100 metros de diámetro- ha sido detectado con menos de 22 horas de antelación y a menos distancia que la Luna.
Como vemos, existen muchos programas para catalogar y vigilar potenciales colisiones pero pocos con posibilidades reales de alterar sus órbitas. Seguiremos vigilando el espacio y recopilando información; aquí el Big Data nos ayuda a predecir potenciales impactos pero aún nos queda trabajo por delante para aprender a desviarlos.